ESPERANDO LA PRIMAVERA...

lunes, 7 de junio de 2010

con cariño hasta los burros aprenden

He tenido que aprender a pedir ayuda, tremenda tarea para una burra auto determinada y auto suficiente como yo, pero con cariño hasta los burros aprenden(decía mi abuela).
Debo confesar que es algo que me cuesta mucho, me genera una serie de conflictos mentales y emocionales, no estoy acostumbrada.
Pero la vida es larga, sabia y con vueltas que nos dejan mareadas y respirando cortito, entonces hay que hacer lo que hay que hacer. Esta semana desde una necesidad básica y vital después de una noche eterna, de poco sueño y lleno de pesadillas por no saber como resolver una de esos imponderables implacables, surge mi grito de ayudaaaaaaaaaaa!

SORPRESA! apareció una larga fila de hermanas, madres, amigas, mujeres maravillosas, dispuestas a estar conmigo, acompañarme, hacerme nanai, a leer una y otra vez un texto y corregirlo, a tomar fotos, a recortar interminables círculos de fieltro, a elegir colores, a empacar cientos de bolsitas , a pegar muchos sellos con un lazo rosado que define e identifica esta pelea, a darme la certeza y la confianza para que esta pequeña iniciativa sea efectiva, que no solo va a costear algunos gastos de mi tratamiento (que ni el GES, ni el catastrófico, ni la isapre ni absolutamente nadie cubre) sino que nos ha convocado, nos ha reunido una vez mas, y cuando eso sucede...MAGIA, todo es posible.
Y desde el abrazo, la sonrisa tibia y acogedora me reciben y se disponen a vender su docena, (incluyendo a un par de ellos, bellos, Marco y Nicolás que también andan con su docenita bajo el brazo). Quiero compartir este hermoso texto que me regaló mi amiga Miriam, ella ya pasó por aquí.




Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego”
Simone Seija Paseyro.--Uruguaya – 45 años


A mis queridas y amadas amigas y hermanas.....

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego”
Alguien me dijo que no es casual…que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y, al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.
Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.
Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.
Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.
Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “veníte el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.
El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada y… sin embargo…detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos..
Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y, en el mejor de los casos, nos dejamos cuidar.
Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.
Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.
Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas.
Hicimos el amor y, cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e, inevitablemente, herimos.
Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.

Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.
Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y, por suerte, de alguna manera más salvajes.
Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos.
Hoy somos todas espejos de las unas y, al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.
Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan, alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.
Para todas las brasas de mi vida, las que arden desde hace tanto y las que recién se suman al fogón.

8 comentarios:

Claudia Chacon dijo...

Jáh! El mio será el primer comentario de tu blog! Qué orgullo!
Y qué buena manera de dar sentido y coherencia a nuestra amistad que será por siempre un encuentro alrededor del fuego.
Gracias por ordenarte y comunicarte.
Gracias por ser tan graciosa y acertada en tu expresión estética.
Gracias por cada una de tus palabras.
Chao burrita...

leo dijo...

que abuela tan sabia.....

leo dijo...

que bello escrito Angie, los mocos me llegaron a la rodilla, pero me inspiro un monton, gracias por compartirlo con tus amigas

Carolina González Arias dijo...

Ángela, te quería dejar un mensaje en el post más reciente pero debes tener desactivada la opción y por eso nadie te deja comentarios. Es un placer conocerte y convertirme en una más de las que te manda energía de la buena desde la distancia.
Todo marcha bien, de eso no debe haber duda.
Un abrazo fuerte desde Venezuela.

http://www.facebook.com/iindriago dijo...

Muchas de las enfermedades y angustias que
sufrimos en la vida cotidiana tienen una causa
realmente simple: estamos sobrecargados.
Son demasiadas exigencias que hemos convertido en
autoexigencias.

Se trata, pues, de empezar a permitirnos echar el
lastre por la borda, andar más ligeros.
La vida es breve - ¡y tan breve! -
pero es un camino realmente bello.
Me doy permiso para
equivocarme no una sola vez sino todas cuantas
veces me suceda.

Me doy permiso para equivocarme y no sentir que
por un pequeño o gran error el mundo va hundirse
en torno mío.

Siempre hay segundas, tercera, cuartas … y muchas
más posibilidades.
¡ Fuera las ideas de errores irrevocables !
Me doy permiso para
no estar explicando todo lo que hago,
aunque les parezca extraño a los demás.
Me permito no estar justificando mi
existencia ante padres, marido o mujer,
hijos, amigos o compañeros de trabajo.

Me permito callar y disfrutarlo.
Me doy permiso para
no precipitarme ni dejarme presionar por mi pareja,
mis hijos, mi jefe o por quienquiera que sea.
No soy una persona torpe.

Mi torpeza en muchas ocasiones ha sido producto
de la urgencia y la presión a la que me he dejado
someter.

No más miedo, no más torpeza: destreza, belleza y
seguridad.
Hoy, ayer, anteayer …
Llevo demasiado tiempo haciendo y trabajando en
exceso.

Me han estado sobrecargando y yo me he dejado
sobrecargar:
ahora me permito parar y hacer o no hacer muy
suavemente lo que me apetezca.

El tiempo gran escultor.
Me doy tiempo para desacelerar y
saborear la vida.
Me lo he ganado de sobra.

Me doy permiso para
gozar de buena salud, de plena salud.
Decido no provocarme dolores físicos ni
enfermedades leves o graves para poder aminorar
mi ritmo de vida sobrecargado.

Soy adulto y capaz de autorregularme. No son las
figuras exteriores las que deciden por mí.
Me doy el descanso necesario, los alimentos, las
pausas, el sueño y todo lo necesario para gozar de
buena salud.

¡A mi salud y a la tuya!
¡Larga vida con buena música!
Me doy permiso para
No estar hipersensible a las críticas cuando me
dicen que no sé hacer algo.
No he nacido para saberlo todo: ni es posible saber
acerca de todo.

Los que afirman que no sé hacer una u otras cosas
concretas, despiertan mis antiguos sentimientos de
insuficiencia inculcados en la infancia.

Ahora doy por terminados esos
sentimientos de no ser suficiente:
nadie es omnipotente ni omnisciente.
y es mejor así.

Me permito
Muchas situaciones de calma, de suavidad, de no
estar estimulado ni hundido sino en un bienestar
ligero, como a veces me parece que están algunos
árboles y plantas: están ahí, erguidos sin
necesidad de poner fuerza, sin vaivenes de
adrenalina.
Están.
Son.
A pesar de las apariencias la vida se perpetúa sin
bruscos altibajos.

Me permito
tener límites,
todos esos límites –saludables no
son lo contrario del proceso expansivo de
la vida sino que la hacen más fácil y
posible, más gozosa y sin cargas
innecesarias: sin tanta exigencia agotadora.

¿No recuerdan que los juegos que jugábamos
cuando éramos niños nos divertían hasta
carcajadas incontrolables porque habían
normas, es decir, límites?
Las normas no impiden el juego sino lo contrario:
lo hacen posible y más apasionadamente porque
estimulan el ingenio. Sin normas la vida tampoco
es soportable ya que entramos en una situación de
arbitrariedad enloquecedora.

Las normas son necesarias hasta para
transgredirlas.
El límite implica, además y necesariamente, algo
muy bello:
el contacto.

Porque el límite y el contacto son las dos caras de
una misma moneda:
la expansión de la vida.

francisca de la torre dijo...

me gustó el texto de tu amiga, pero mucho más lo que tú escribiste y mil veces más tu actitud, ese desafío permanente, la fuerza que sacas cada día con alegría y esa tremenda energía que no decae y que si empieza a tambalearse se recupera y sigue adelante y marca un camino para otras.

Es en esas cosas en las que aparece la Ángela resabiada, terca, empecinada por salirse con la suya por más que esté convencida que es "burra" y tenga esos conflictos mentales, sin darse cuenta que no es que pide ayuda sino que sola se ayuda y nos guía para saber como ayudarla.

Te quiero mucho, amiga...sigue así que eres el mejor ejemplo.

Anónimo dijo...

es asi de facil, sera efectivamente por aca??

Anónimo dijo...

Me gusto mucho esto que escribiste la verdad muy emotivo..
hace poco tiempo que me vine a vivir solo a Argentina en un alquiler de departamentos en buenos aires y me encantaría poder abrir un blog contando de esta experiencia, quizás lo haga y me quede tan bueno como el tuyo!